Como empresario y ex Presidente de la Cámara de Comercio de Reynosa, me permito expresar lo siguiente:

¿Con qué derecho la Guardia Nacional realiza inspecciones a TODOS los vehículos y a TODAS las personas que intentan cruzar a los Estados Unidos por los puentes internacionales? Estas revisiones violan el derecho a la privacidad y al libre tránsito en nuestro país.

El Valle de Texas y el norte de Tamaulipas conforman una sola región geoeconómica. Las inspecciones excesivas a los vehículos solo evidencian la falta de capacitación, preparación y tacto de quienes las ejecutan, afectando gravemente el comercio, la industria, el sector médico, la gastronomía, y la vida social y familiar a ambos lados de la frontera.

Son horas y horas perdidas en filas interminables de tráfico. Las maquiladoras y agencias aduanales están imposibilitadas para operar con normalidad.

Desde el inicio de estos operativos de la Guardia Nacional, Reynosa ha sido severamente afectada. Los ciudadanos estadounidenses, así como visitantes de Coahuila, Nuevo León, el sur de Texas y el norte de Veracruz, evitan viajar a nuestra frontera debido al colapso en los cruces internacionales, donde las filas de vehículos pueden superar las cinco horas.

El carril Sentri, diseñado para agilizar el cruce con un tiempo promedio de 3 a 10 minutos, ahora puede tardar hasta tres horas debido a estas inspecciones arbitrarias. Para obtener la certificación de acceso a Sentri, los solicitantes deben pasar por múltiples filtros de revisión, análisis y confianza. Este carril fue creado precisamente para facilitar el paso de quienes necesitan cruzar la frontera diariamente o varias veces al día.

Si estas revisiones sirvieran de algo… ¿dónde están los resultados?

Reynosa vive una situación de excepción provocada por decisiones unilaterales del Gobierno Federal, afectando la vida cotidiana de ciudadanos en ambas fronteras.

Exigimos con urgencia la intervención de nuestros representantes municipales, estatales y federales para corregir de inmediato esta situación.

No estamos enojados; estamos encabronados ante la negligencia y la falta de sentido común de nuestras autoridades, que toman decisiones sin analizar su impacto en quienes representamos el motor económico de esta frontera.

Y nos preguntamos: ¿dónde está el alcalde que debe velar por los intereses de sus gobernados?

No estamos enojados. Estamos encabronados.